jueves, 17 de enero de 2013

AQUÍ, NO DEBES CONTINUAR!


  Hacía tiempo que cada vez que llegaba al Alto de La Carpintera, la cumbre más alta del entorno  en el camino a Higuera de la Sierra y desde donde, en las noches de calma, se puede ver el difuminado resplandor del alumbrado sevillano; agotado por el vertical, sinuoso e interminable repecho, me paraba unos segundos para recuperar aliento. Era en esos momentos cuando, mirando al sur , oteando el horizonte y pensando en aquel porvenir que estaba por venir, me decía…
- "Sevilla. Tengo que salir de aquí".
Fue una mañana de niebla y frió en El Castañar cuando, levantando un portillo mientras guardaba los cochinos, al coger una de las piedras caídas para ponerla en su sitio, me picó un alacrán. El fortísimo dolor de la picadura, mi soledad en aquel terruño y mi torpeza por no haber levantado la piedra con la precaución que mi padre me había enseñado, despertaron en mis cobardes sentimientos de desconsuelo y desánimo que con el paso de las horas y con la firmeza del refrán...
-“De los cobardes nada se ha escrito”.
Pensamiento moral con el que mi padre me solía animar ante mis muchos infortunios, y consejo paterno que me ayudó a ir aparcando aquel dolor anímico, de insatisfacción y pesimismo, que me llevó hasta el pie del castaño bajo cuyo tronco mi madre me parió y en el que por costumbre dejábamos nuestras provisiones, los útiles para pasar el día y nos servía de cobijo ante las inclemencias del tiempo. Allí, pensando en tan desfavorable suceso y en mi suerte  tan adversa por  las muchas penas  sufridas y las  no pocas calamidades que me ocurrían, me dije…
- Aquí no debes continuar!.
Aquella tarde, cuando mi padre llegó, mi mano seguía hinchada y por vergüenza arrinconé y disimulé lo que me había sucedido.  Aquella noche, como todas las noches  después de la cena nos quedábamos junto a la candela hablando y escuchando la radio. Mi silencio y mi estado de ánimo llamo su atención y al desnudo me preguntó…
- Qué te pasa?.
Decidido, contesté con un incondicional…
- Que me quiero ir!
- A dónde? 
- A estudiar!
- Y eso?
Angustiosa interrogación que ya contestada con mi decisión, justifiqué con que allí no tenía futuro y avalé con “la lección  aprendida” y el arrepentimiento de mi deplorable conducta.
Aquel alacrán, que no pude ver, había sentenciado mi futuro. En setiembre, con el firme "propósito de enmienda", la confianza de los míos y mil pesetas en el bolsillo me subía en “La puerta de Carmona” al “Saure” de Empresa Casal  con dirección a  Sevilla.

La sierra, caminos sinuosos, estrechos y pedregosos

AQUÍ, NO DEBES CONTINUAR

Y me alié con el silencio
y en sus tiempos descubrí
ecos que avivaron mis sentidos
y me alentaron a, de mi ruina, resurgir...

Y en los riscos del Castañar,
queriendo al silencio acariciar,
me eché en sus brazos
y despierto quise soñar...

¡Maestro, como mi abuelo!
y escuchando el silencio refresqué
consejos que pretendían "mi despertar"...

Lecciones que oía y no quería escuchar.
Miré mis manos y mi atuendo y me dije...
¡Aquí, no debes continuar!.

Goma

A orillas del Majaceite. ¡Aquí, no debes continuar! 



La Naturaleza,  esa Madre que despierta los sentidos y ayuda a profundizar 

Texto extraído del libro  Tierra de castaños
Autor  José  González  Mayoral -  Goma -
Obra inscrita en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Imágenes  ARCHIVOS   GOMA   con la colaboración  de ISABEL GISBERT PALACIO




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