jueves, 23 de mayo de 2013

DE PEREGRINO A TURISTA


UN DÍA EN LAS BURGAS

Marzo, día 15, Domingo.

Casi todos los años hago una escapada a Santiago. La mayoría de las veces la hago por la Galicia ligera que huele  a  sal y marisco, donde  sus hombres y  mujeres  se
desenvuelven... entre estrechas calles y amplias avenidas en un ajetreado ir y venir... entre bandejas sumergidas o...
entre peligrosos acantilados colgados/as o... en desiertas playas agachados/as, mariscando con la primera luz del día  pero siempre batallando porque el tiempo, que pasa rápido, se mide en euros.
Pocas son contadas las ocasiones que, estas escapadas, las hago por la Galicia rural...  interior y lenta, honda e intensa. La de aldeas pequeñas, humildes y trabajadoras con mujeres ayudando a sus hombres en las faenas del campo, cavando en el huerto, arreando la vaca, enganchando el remolque… la que huele  a hierba cortada, a boñiga  y a leche... la Galicia diseminada, y  de fuerte emigración...  la que vive una vida de sudor y en la que el tiempo se detiene hasta que la faena se termina porque lo que sí se mide en euros es " a colleita" y "o gado". 
Hacer El Camino me ha permitido acercarme y conocer la profundidad de su tierra y de su gente...
Su tierra, con una tipografía muy variada, como la Sierra de Rañadoiro, en O Cebreiro;  sus montes, como los de  Lugo; sus valles, como el de Sarria; sus embalses, como el de Belesar,en el río Miño,  en Portomarín; sus cuencas fluviales, como la del Ulla, una de las principales de Galicia, en  el concejo de Palas de Rey; su  climatología, con temperaturas de hasta menos de  8º cc., con lluvia, nieve y  fuertes ventiscas como la que nos tocó vivir camino de O Cebreiro; su vegetación,  poco  conocida  para  mí, como el brezo,  tojo,  haya, aliso, fresno, roble  y otras que me eran más conocidas como castaños, álamos, pinos… 
Su gente, personas luchadoras, tolerantes, sencillas, amistosas, comprometidas consigo mismo y con su entorno, decanos en experiencias y con dedicación exclusivas en agricultura, frutas y hortalizas  en  los huertos para el autoconsumo y, en mayor extensión,  campos de maíz  y  centeno para el ganado.
Habíamos  terminado El Camino  según lo previsto y nos quedaba el día ocio que habíamos programado pasar en las burgas, otro lugar, en Orense, de obligada visita en casi  todos mis viajes a Santiago. Burgas como los famosos géiseres de Islandia pero sin surtidor, solo vapor. Manantiales en los que el agua brota a más de sesenta grados y con una composición que las hace  célebres por sus reconocidos efectos terapéuticosEl manantial que  siempre he visitado es el que está en Orense junto al río Barbaña, en la Avda. Progreso, pasado correos, cerca de la calle Marañón. En este punto, - As Burgas - puede  estar el origen de la ciudad de Ourense que no el de su nombre pues este puede tenerlo en el de aurum, el oro que los nativos y no nativos extraían, antes de los romanos, de las arenas del Miño, en el que desemboca, el Barbaña, un poco más abajo, pasado el puente romano.
Nuestro objetivo era ir a las burgas pero, no en Orense, donde la visita podría durar una hora, justo el tiempo para hacer unas fotos a los fosos enrejados por donde salen el vapor y llenar una botellita en la fuente. Nuestra intención era pasar el día en las burgas  entre  Reza y Outariz, a  orilla del río Miño, junto a la  A-52.
El lugar ya lo conocía, en el dos mil siete, a la vuelta del tradicional viaje a Galicia, el destino me llevó a este lugar que acababa de ser inaugurado. Impresionado por  tanta belleza decidí incluirlo como visita de obligado cumplimiento en otras escapadas. 
Dejamos los coches en los aparcamientos y seguimos la orilla buscando  el paso para cruzar el río por el  puente  peatonal desde donde  pudimos contemplar, a modo de vista de pájaro, todo un espectáculo de naturaleza pero lo primero que más atrajo nuestra atención fueron las nubes de vapor que, a modo de fumarolas, salían de determinados puntos del río y de sus orillas para, en un lento y difuminado ascenso, desaparecer en el ambiente. Tras esos momentos de embelesamiento, mi vista se fue a la orilla que tenía de frente  donde mi interés se fijó en las nubes de vapor y en las muchas pozas artificiales, rústicamente decoradas y de las las que unas desprendían vapor y otras  no.
Cuando bajamos  el  puente, como todo el que  llegaba, buscamos sitio, nos instalamos, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a las pozas para disfrutar en sus aguas. Fuimos pasando de una a otra, de las más calientes por el vapor a las frías y… entonces recordé el método  calor - frío de las terapias hidrológicas. En aquellas pozas, “tumbados, panza arriba” y “con el agua hasta el cuello” pasamos el día. Un día de relajamiento rodeado de un paisaje de ensueños en las Pozas de Maimón. 
Cuando el día comenzó a languidecer y regresamos al aparcamiento supe que aquella despedida era el fin de unos días para siempre recordar  y que, probablemente, no se volverían a repetir. Mientras nos despedíamos, hablando de  Galicia y  de aquel precioso espacio, recomendé a Manolete…
Siempre  que tengas tiempo para disfrutar unos días y te sobren dos mil euros, vente a Galicia y visita… Santa Tecla, Las Rías, Santiago y este sitio y… si te sobra tiempo, que lo dudo, y te gusta la naturaleza, coge tu coche y en Orense, sales para  Peares pero por la nacional, por la carretera que va por la orilla izquierda del rio,  subiendo,  contracorriente y  antes de pasar  el puente, en el cruce, dejas la nacional y tomas a la derecha, siguiendo por  la misma orilla, sin dejarla. En ese cruce comienza la  ruta de  La Garganta del Sil… una carretera que transcurre por el cañón que el río ha erosionado. Un espacio salvaje, alfombrado de una vegetación foránea y exótica con paisajes de acuarelas para siempre recordar.
Animándoles a repetir El Camino  y consciente de que el tiempo había terminado, me despedí…
Ya en el coche, miré el reloj y comenté con mis hermanas
- Tenemos el tiempo justo…
- Sí. Me contestó Brigitte.
- Unos  doscientos  setenta  o  doscientos   ochenta Kms.
- Sí, y tenemos que llegar antes de la diez…
- Por el tren…? 
- Claro.
Cuando llegamos a la estación de León, nos dio tiempo a comer un bocadillo que nos sirvió un sevillano y lamentó no podernos servir unas aceitunitas…
Terminado el bocadillo nos despedimos de Brigitte  que se quedó esperando la llegada del tren para echarse a dormir en la litera y despertar, por la mañana, en Barcelona.
Reme y yo volvimos al coche y continuamos hacia Zamora a donde llegamos de madrugada. A las ocho salíamos para Higuera donde nada más llegar volví a mi coche y, arrancando, me dije…
        - ¡¡¡A Sevilla…!!!



FONDO DE IMAGEN.- EL RIO  MIÑO A SU PASO POR  REZA, ORENSE.
IMÁGENES. - LAS POZAS DE DE MAIMÓN.






































TERMAS  DE OUTARIZ.  POZAS DEL PARQUE DO MAIMÓN 

 



Texto extraído del libro Turismo o penitencia  Rincones y paisajes con encanto
Autor    José  González  Mayoral - Goma -
Obra inscrita en el Registro de la propiedad intelectual
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario