DIARIO DE UN PEREGRINO
Marzo, día 01, Domingo.
Al levantarnos supimos por otros peregrinos que estaba lloviendo. Con nuestros equipos para la lluvia salimos, del albergue como teníamos proyectado… siguiendo las conchas que señalaban El Camino.
Nuestro primer objetivo, como todas las mañanas, era desayunar; pero, al ser carnaval, todos los bares los encontrábamos cerrado; ya en la salida de Astorga, tuvimos la suerte de encontrar uno abierto.
En cuanto entramos nos hicieron sitio en el mostrador y comenzamos a charlar con los que ya estaban o iban llegando. Tomamos un Colacao y unas tortas típicas del pueblo. Al salir, el camarero nos entregó un paquetito de tortas distintas a las que habíamos tomado y con tono acentuado añadió añadió...
- Estas, para el camino. Solo se hacen en estas fechas.
Tras nuestras palabras de agradecimiento, nos echamos nuestras mochilas a la espalda y seguimos nuestra ruta…
Tras nuestras palabras de agradecimiento, nos echamos nuestras mochilas a la espalda y seguimos nuestra ruta…
El primer pueblo que atravesamos fue Valdeviejas, y le siguieron… Murias de Rechivaldo, Castrillo de los Polvazares, Santa Catalina de Somoza y El Ganso… Pueblos románticos, con casa de paredes y dinteles de piedra…
Un camino, al principio, llano y pobre en vegetación pero, conforme avanzábamos, aparecieron las colinas que paso a paso iban alcanzando más altitud.
En los alrededores de El Ganso el terreno comenzó a tomar altura… nos encontrábamos en las puertas de los Montes de León. Habíamos andado unos 14 km y nos quedaban, aproximadamente, otros 8 km de subida hasta Rabanal del Camino donde dormiríamos pues, aunque para esta etapa, mis cálculos eran de unos 27 km hasta Cruz do Ferro, al estar su albergue cerrado, nos vimos obligados a terminarla en Rabanal, cosa que nos alegró por el azote del viento y la lluvia.
Siguiendo el Camino, desembocamos en el Albergue, Ntra. Sra. Del Pilar, donde, en principio, la acogida fue algo seria. Nos recibió una señora y cuando fuimos a entrar para registrarnos… con mucho carácter, nos prohibió pasar y señalando al patio nos dijo…
- Los capotes, las botas… todo lo mojado, ponedlo allí y cerrad la puerta que se va el gato. Salimos y…
- ¡Que carácter…! Además, yo no he visto el gato.
- Se refiere al calorcito… me apostilló Brigitte.
Así lo hicimos y cuando estuvimos en chanclas y desembarrados, entramos; nos duchamos y, más presentables, fuimos al comedor donde la señora nos tomó los datos. En cuanto lo hizo, esta señora se marchó y, al poco, apareció otra que, luego conversando, contándonos su historia y la de su familia, nos dijo que la señora que nos recibió era su hermana, que pasaba allí unos días y repitió de forma que no diera lugar a dudas ...
-La hospitalera… ¡Soy yo!. Palabras que acompañó con una fuerte palmada en el pecho.
Yo al principio lo dudé pues, la señora que nos recepcionó no la vimos más, pero la transparencia con que esta segunda persona nos hablaba, su disposición en servirnos cuanto queríamos y la atención que recibíamos de su padre que a cada momento echaba leña a la estufa… todos estos detalles me llevaron a pensar que la hospitalera era la señora que teníamos delante.
Tomamos una merienda - cena, a base de lomo, huevos, chorizo y que yo acompañé con un tinto que, según la hospitalera, era de la zona…
- De un señor que lo hace en su casa y me lo trae por encargo.
- De un señor que lo hace en su casa y me lo trae por encargo.
Seguía lloviendo y no se nos apetecía ni salir, por la lluvia y el viento, ni dormir porque era demasiado temprano… poco a poco fueron llegando más peregrinos. Entre ellos una chica inglesa y otra alemana.
Pegados al calor de la chimenea pasamos un buen rato cambiando impresiones sobre El Camino; luego, todos se fueron a dormir. Nosotros seguimos hablando de Sevilla y de Andalucía con la hospitalera. Después le tocó a ella informarnos de los albergues para las siguientes rutas y, más cansado que con sueño, sobre las nueve, decidimos irnos a la cama.
En mi litera, cogí la libreta y el bolígrafo y me puse a resumir los datos más importantes de la jornada.
Texto
extraído del libro Turismo o penitencia
Autor
José González
Mayoral - Goma-
Inscrito
en el Registro de la Propiedad Intelectual
Imagen ARCHIVOS GOMA
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