martes, 7 de mayo de 2013

ETAPA 03. EL ACEBO > PONFERRADA. 16 km


         DIARIO DE UN PEREGRINO.

         Marzo, día 03, Martes.
Salimos  del refugio y por la calle Real atravesamos el pueblo. En este breve recorrido pudimos ver algunas  casas viejas con la estructuras del pasado. Fachadas y escaleras exteriores de piedra con tejados de pizarra.
A la salida del pueblo, el esqueleto oxidado de una bicicleta recordaba el fallecimiento de un peregrino alemán.
La mañana transcurría con claros de sol grandes y prolongados. La bajada era muy pronunciada y el paisaje bello. El primer pueblo y nuestro primer alivio fue en el área de descanso de Riego de Ambrós.
Recuperados  continuamos El  Camino  por sus calles estrechas y tortuosas.
Me llamó la atención la iglesia con un gran arco lateral, rematado con una escalera que daba acceso, por arriba, al campanario y por debajo, al cementerio, ubicado en el mismo recinto, con muchos enterramientos en el suelo.
Continuamos   bajando,  en   perpendicular, hasta Molinaseca a cuya entrada, frente a la ermita de Ntra. Sra. de las Angustias, a orillas del río Meruelo, en uno de los bancos que miraban hacia el río, descansamos.
Estos descansos, cuando podía y tenía ocasión, los aprovechaba para hablar con la gente del lugar o… buscar detalles para fotografiar. Estando haciendo fotos al puente vi un señor, de edad avanzada, que paseaba lentamente y que, por sus años, podría almacenar  muchas vivencias... 
Me acerqué con intención  de  preguntarle cosas del pueblo y como mi equipo de peregrino lo había dejado en el banco, para que el señor no recelase de mi aspecto y darle más confianza, me presenté como lo que en aquellos momentos era… un peregrino. 
Entablamos conversación y observé que cuando yo le hablaba aplicaba el oído. Entonces pensé...        
-El paso de los años. ¡Qué pena!… no oye bien pero, nos entendemos
Después el me informó...
 - “En este pueblo estuvo la reina Doña Urraca”…
Hablaba despacio, con voz  agotada y con signos de cansancio; noté, que quería marcharse. Preocupado por su estado, no presté mucha atención a sus  palabras sobre Dª. Urraca. Cuando se giraba, para irse, me dijo…
-”Todos los peregrinos pasan por aquí. A la puerta de la iglesia  le tuvieron que  poner una  chapa porque  le arrancaban astillas para llevárselas”.
Supuse que de recuerdo. No quise entretenerle más y dándole las gracias por su atención, me despedí. Mientras volvía a donde estaban mis hermanas, pensé...
- Curiosa información. Es verdad!. A mí siempre me gusta llevarme algún recuerdo de los lugares que visito, aunque sea una piedra pero tendría mi casa llena y mi conciencia inquieta. Las piedras de estos lugares, por su valor histórico, deben ser patrimonio de todos  los hombres… aunque no estén  declarados oficialmente.
Recuperados, con las mochilas a cuestas… por el Puente de los Peregrinos, entramos en el pueblo a la calle principal, por la que el peregrino suele pasar siguiendo El Camino, la Calle Real. 
Atravesando vi… una casa con blasón y otra con torre. Esto llamó mi atención… Atención, pronto distraída, por Brigitte que me hacía saber…
- He visto varias tiendas y no llevamos nada para comer. Deberíamos entrar en alguna y comprar comida. No llevamos nada y  ya  es hora de tomar algo.
Le hicimos caso y le seguimos para volver a una de las tiendas que habíamos dejado atrás. El tendero, muy amable nos preparó unos bocadillos y, mientras lo hacía, nos habló del pueblo, de los peregrinos, del rio… con relación a éste, recuerdo que nos dijo…
- En verano, que  es  cuando hay más afluencia de peregrinos, abren unas compuertas que desvía parte del caudal hacia unas pozas, que habréis visto al pasar el puente, con el objeto de aliviar el calor y…  ¡los pies!.
Cuando nos íbamos, nos indicó que, a la salida del pueblo, había un crucero y un espacio con bancos donde descansar y comer…
El crucero sí  lo vimos pero el lugar de  descanso no. A la salida, en un  terreno abierto
que apilaba maderos, encontramos hueco para comernos los bocadillos.
Recuperada la energía, por la acera, llegamos a Campo y de allí al albergue de Ponferrada... Ponte dy ferro, por el puente de madera reforzado con hierro, sobre el Sil y construido para facilitar la peligrosa travesía a los peregrinos.
Registrados en el albergue y duchados, salimos de compras pues el viento me había roto el capote. Me compré un equipo de pantalón y chaqueta impermeables pero de mala calidad pues, cansados de dar vueltas, no encontramos una tienda de deportes; por lo que, después de algunas compras para la cena, volvimos a la calle del ascensor que nos llevó a las calles del nivel superior y nos evitó  subir la cuesta y dar la vuelta a las manzanas de pisos.
Una vez arriba, tomamos dirección al albergue por el camino hice unas fotos al Sil.
Cuando llegamos cenamos y nos retiramos a nuestra habitación. Nos habían asignado una habitación con cuatro literas y con la condición de que si llegaba alguna chica la instalarían en la que quedaba libre. De esta forma a nadie  molestábamos y nadie nos molestaba.
Al ser temprano para dormir, hice el recuento de los datos más importantes de la etapa.
En mi agenda, quedó registrado el siguiente apunte… 
- Hoy,  ha   sido  un  día de pocos kilómetros. En total 16... 8 desde El Acebo a Molinaseca y otros 8 desde Molinaseca hasta aquí. Tal vez, por  llegar pronto y no demasiado cansados, hemos recorrido tantas tiendas
        




Texto extraído del libro… Turismo o penitencia
Autor    José  González  Mayoral -  Goma -
Obra inscrita en el Registro de la propiedad intelectual


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